martes, 11 de marzo de 2008

LA VIOLENCIA MÁS INCONSCIENTE

La muerte de un menor de 17 años apuñalado a las puertas de una discoteca de Benalmádena (Málaga) el 18 de noviembre del año pasado por dos jóvenes de 20 y 17 años ha reabierto el debate sobre la violencia de los adolescentes, un fenómeno que se extiende a todos los estratos sociales y económicos y cuyas manifestaciones más alarmantes no han dejado de crecer.

El inspector del Cuerpo Nacional de Policía de la Comisaria de Málaga Faustino Pretel asegura que "Los adolescentes no tienen capacidad para medir la repercusión de sus acciones violentas". Según este inspector, con experiencia en todas las zonas de la ciudad, "entre los jóvenes falta conciencia de que la violencia no sale gratis". Además, cree que el cine y la televisión "han influenciado en la violencia juvenil".

La delincuencia juvenil se da en todos los estratos sociales, pero los hechos más graves suelen tener como responsables a niños procedentes de familias desestructuradas y con antecedentes de consumo de alcohol y drogas. "Es muy común que cuando me traen a un menor detenido y le pregunto por sus padres, me diga que su madre se quedó acostada y su padre no durmió en casa", afirma la fiscal de menores de Málaga, Isabel Fernández Olmo.

Frente a este tipo de agresividad natural, presente en todo tipo de adolescentes, y que se manifiesta en pequeños vandalismos, absentismo escolar o consumo de alcohol y drogas, surge la delincuencia juvenil y las conductas antisociales graves, como los robos, las agresiones físicas y sexuales e incluso el homicidio.

Antonio Andrés Pueyo, catedrático de Psicología de la Universidad de Barcelona y responsable del Grupo de Estudios Avanzados en Violencia, aboga por la detección y tratamiento precoz de los casos de agresividad juvenil. Y utiliza la receta clásica: "Los padres tienen que conocer muy bien a sus hijos". Y da unas cuantas pautas: "Hay que estar atentos a los cambios bruscos en el comportamiento, como los engaños, la falta de rendimiento escolar o las nuevas compañías del niño. Vigilar el consumo de drogas y alcohol, un factor de riesgo potentísimo y supertolerado. Buscarle al niño actividades pro-sociales, como el deporte. Reducir la conflictividad familiar, ya que poner tus problemas por delante de los de tus hijos puede ser fatal. Y en los casos más graves, acudir a un especialista.

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